Revistas Literarias
Aquí tienes un resumen de mi obra de microficción publicada en varias revistas digitales en Latinoamérica y España. ¡Feliz Lectura!

EL BANCO DE LA FERTILIDAD
Cuentan que el tan mentado Diomedes DÃaz era tan guapo y tan fecundo que de solo mirarlo quedaban preñadas las muchachas. Las madres, por precaución, las guardaban bajo siete llaves. Pero Diomedes se las ingeniaba para hacerlas salir, atraÃdas por su arrollador carisma. Debido a la implosión de embarazos que generó, el pueblo saltó a la fama e ingresó muy rápido en el Guinness Book of Records. Ahora, a su muerte, el gobierno lo ha homenajeado declarando monumento de interés histórico el banco de la plaza departamental donde solÃa echarse una siestita y al que acuden a sentarse mujeres desesperadas por engendrar. Las alicaÃdas arcas del turismo regional no han parado de crecer.

EL MAL ADQUIRIDO MONOPOLIO
Desde que la pandemia impuso el uso de mascarillas las sonrisas se han transformado. Los labios han aprovechado para tomarse un merecido descanso, ocultos detrás novedosos y coloridos tapabocas. El panorama no podrÃa ser más desolador: un campo estéril de sonrisas. Frente a ello, los ojos se han vuelto los grandes protagonistas. No importa el color, la forma ni el tamaño. Por fin se han ganado su merecido papel.

MÁQUINAS
Herón de AlejandrÃa (siglo I d.n.e) inventó la primera máquina expendedora para su empleo en los templos. Dispensaba agua bendita con solo introducir una moneda en un receptáculo. Sin fines de lucro, fue bien recibida por los clérigos, quienes pudieron controlar la voracidad de los mercaderes que comerciaban con el agua sagrada. Desde entonces, el original invento se ha extendido a innumerables rubros. El último, poco ético, es la máquina dispensadora de bebés recién nacidos con la que paÃses del Tercer Mundo contemplan atraer a desesperadas parejas extranjeras y, de paso, pagar con sangre la ominosa deuda externa.

LA OFERTA DEL DESTINO
Cuando vio a Katherine posar para los fotógrafos, Samuel no pudo creerlo. Allà estaba ella vestida de novia, rodeada de empleados de la tienda en el preciso momento en que, tomando una tetera que estaba a la venta, simulaba servir el té a los presentes. A su lado, el supuesto novio parecÃa incómodo, como si quisiera deshacerse de toda esa turba de curiosos que lo enceguecÃan con los flashes de sus teléfonos inteligentes. La idea de Katherine de casarse en el centro comercial no sorprendió al futuro esposo. Él sabÃa de su adicción a las compras y pensó que serÃa un buen lugar para consentirla. Samuel volvió a mirarla para constatar que no era una visión surrealista sino la mismÃsima Katherine que lo habÃa dejado por otro unos meses atrás. Sin pensarlo dos veces, Samuel llegó hasta la pareja, agarró a Katherine y, a pesar de su resistencia, gritos y pataleos, la llevó en brazos por un buen trecho hasta encontrar un carrito de compras y meterla dentro. Casi sin aliento llegó a la caja del self service y pasó rápidamente el carrito por el escáner. Fue una verdadera ganga, la oferta del dÃa que nadie pudo cuestionar.

​EL LEGADO DE SAKURA, LA VALIENTE SAMURÁI
Sakura, la joven y bella samurái, sobresalÃa entre los guerreros de su época gracias a su valentÃa y audacia incomparables. Con su habilidad y coraje, se convirtió en una leyenda en el mundo de la guerra. Se decÃa que su coraje provenÃa de algo más que su entrenamiento y habilidades y que el secreto de su vigor residÃa en propiedades especÃficas de su sangre. Debido a esto, fue secuestrada por un malvado samurái que intentó vampirizarla. Sin embargo, Sakura resistió con entereza hasta su último aliento y murió tristemente en cautiverio. A pesar de esto, su espÃritu rebelde renace cada primavera a través de las múltiples flores de cerezo que estallan, vibrantes de luz y color, por todo Japón. Este renacer da fe de la eterna valentÃa de Sakura y su leyenda como una verdadera samurái que nunca morirá.

EL ÚLTIMO SALTO
Todo estaba programado para la gran actuación que la consagrarÃa como la gran trapecista de todos los tiempos. Su arte habÃa llegado a la cima de una carrera que yo mismo habÃa forjado. Ella, la diva del trapecio, era «mi creación» y yo «el artÃfice» que la pulÃa a diario. Pero esa avecilla silvestre que se fortaleció en mis brazos, de pronto quiso volar, ajena al revuelo que causarÃa su ausencia en el súper publicitado «Salto Mortal». ... Y se arrancó nomás con el domador de leones.

FLECHAZO
SORPRESA EN EL JARDIN DEL AMOR
LA TENTACION
Aquí les dejo enlaces a mis mejores microrrelatos en esta revista con la que colaboro desde el número 57. Los relatos son la respuesta a un cuadro o una ilustracion.
Para acceder a todos los números hasta la fecha, consulta la revista aquí.